Desarrollo Económico sin Recetas Únicas: Alternativas al Paradigma Institucional
El reciente otorgamiento del Premio Nobel de Economía a Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson por su influyente artículo "The Colonial Origins of Comparative Development: An Empirical Investigation" (2001) ha reavivado el debate sobre las causas fundamentales del desarrollo económico. Su trabajo aborda una de las preguntas más intrigantes de la economía: ¿por qué algunas naciones parecen bañarse en la abundancia mientras otras no logran salir del pozo de la pobreza?
Aunque su enfoque institucionalista ha sido ampliamente reconocido y ha influido en políticas internacionales, también ha recibido críticas significativas por su falta de originalidad, omisiones y, digamos, cierta visión en blanco y negro del mundo.
Economistas como Erik S. Reinert, Ha-Joon Chang y Dani Rodrik ofrecen
perspectivas alternativas que enfatizan las políticas productivas, el contexto
histórico y la adaptación de estrategias de desarrollo a las realidades
específicas de cada país. Al estas combinar perspectivas con una crítica
constructiva al trabajo de Acemoglu y sus colegas, buscamos aportar una visión
más integral y, por qué no, refrescante al debate sobre el desarrollo
económico. Porque, al fin y al cabo, el desarrollo no es una receta de cocina
donde todos usamos los mismos ingredientes y obtenemos el mismo plato.
En su artículo, Acemoglu, Johnson y Robinson (de aquí en adelante, AJR)
sostienen que las diferencias en el desarrollo económico entre países pueden
explicarse en gran medida por las instituciones establecidas durante la época
colonial. Imaginen que las instituciones son el ADN económico de un país. Según
ellos, en regiones donde los colonizadores europeos enfrentan altas tasas de
mortalidad se establecieron instituciones extractivas destinadas a explotar
recursos sin fomentar el desarrollo local. Por el contrario, en áreas más
amigables para los europeos, se implementaron instituciones inclusivas que
promueven derechos de propiedad y una participación económica más amplia. Según
los autores, estas instituciones han tenido un impacto persistente.
Las instituciones inclusivas son aquellas que distribuyen el poder y
limitan su ejercicio arbitrario, haciendo cumplir los derechos de propiedad y
promoviendo el estado de derecho. En contraste, las instituciones extractivas
se caracterizan por la arbitrariedad, la concentración del poder y la ausencia
de derechos de propiedad sólida. Según AJR, las primeras fomentan incentivos
adecuados para la innovación y el crecimiento mientras que las segundas
perpetúan la pobreza y el estancamiento.
A pesar de su influencia, el artículo de AJR presenta varias
limitaciones y omisiones significativas que han sido objeto de críticas por
parte de diversos académicos. Una de las críticas más contundentes es que los
autores ignoran la naturaleza violenta del colonialismo. La colonización no fue precisamente una visita amistosa. Estuvo marcado por masacres, saqueos y la explotación
sistemática de los pueblos indígenas. Este enfoque simplista pasa por alto el
impacto devastador que estas acciones tuvieron en las estructuras económicas y
sociales de los países colonizados. Frantz Fanon , en "Los condenados
de la tierra" (1961), nos recuerda que la violencia colonial dejó
cicatrices profundas que aún hoy influyen en el desarrollo poscolonial.
El análisis de AJR se basa en datos históricos sobre las tasas de
mortalidad de los colonos europeos, que son más escasas que agua en el desierto
y poco confiables. La falta de registros precisos dificulta la validación
empírica de sus hipótesis. Además, al centrarse en las experiencias de los
colonizadores—como si solo ellos importan—se omite la perspectiva y las
condiciones de las poblaciones locales. Michel Foucault , en sus estudios sobre
el poder y el conocimiento, señala cómo la construcción de datos y estadísticas
puede reflejar y perpetuar relaciones de poder desequilibradas. Es como contar
solo la mitad de la historia y pretender que entendemos el libro completo.
El término "instituciones inclusivas" utilizado por AJR es,
digamos, un poco ambiguo. Históricamente, países como Estados Unidos, Canadá y
Australia, consideraron ejemplos de instituciones inclusivas, practicaron segregación
racial, genocidio y exclusión de poblaciones indígenas y minorías étnicas. Es
como invitar a todos a una fiesta, pero solo deja entrar a tus amigos
favoritos. Amartya Sen, en "Desarrollo y libertad" (1999),
argumenta que el desarrollo debe evaluarse en términos de las libertades reales
que las personas disfrutan, no solo en términos de instituciones formales que
suenan bonitas en el papel.
Si las instituciones inclusivas fueran el factor determinante del desarrollo, países como Haití y gran parte de Latinoamérica deberían estar disfrutando del paraíso económico. A pesar de adoptar sistemas democráticos y realizar reformas institucionales, muchos de estos países enfrentan desafíos económicos persistentes.
Esto sugiere que las instituciones, si bien
importantes, no son el único ingrediente en el cóctel del desarrollo. Raúl
Prebisch y la teoría de la dependencia destacan cómo las relaciones económicas
internacionales pueden limitar las posibilidades de desarrollo de los países
periféricos. Es como jugar un partido de fútbol donde las reglas favorecen
siempre al mismo equipo.
AJR necesita
probar con datos que son las instituciones las que impulsan el crecimiento
económico, y no al revés. Pero Edward Glaeser y otros expertos sostienen que es
muy difícil separar el impacto de las instituciones del efecto de la llegada de
los colonos. Es posible que los colonos trajeran consigo conocimientos y
habilidades avanzadas, lo que podría haber marcado la diferencia a largo plazo.
Además, el argumento de AJR no es nuevo; Ya en los años 50, economistas como
Paul Baran habían explorado ideas similares sobre cómo el colonialismo afecta
al desarrollo. Otro punto de crítica es que no todas las colonias tuvieron las
mismas instituciones. Dependiendo de las circunstancias y de lo que buscaban
las potencias, estas podrían aplicar políticas muy distintas. Como destacan
Matías Vernengo y Esteban Pérez Caldentey, los británicos no dudaban en
establecer sistemas cerrados cuando les convenía, mientras que los españoles, a
veces, implementaban instituciones más abiertas. En resumen, las potencias
coloniales no seguían un solo manual, sino que improvisaban según sus
intereses.
El enfoque de AJR puede ser visto como un intento de cubrir las
limitaciones de la teoría neoclásica apelando a las instituciones. Ha-Joon
Chang señala que el neoinstitucionalismo no cuestiona la teoría convencional,
sino que busca complementarla sin examinar críticamente sus supuestos. Es como
ponerle una curita a una fractura; no resuelve el problema de fondo.
El caso de China desafiaba las teorías convencionales. Ha logrado un
crecimiento económico espectacular sin adoptar las instituciones democráticas
liberales que AJR considera esenciales. Con un modelo de planificación estatal
, políticas industriales activas y una apertura gradual al comercio
internacional, China ha sacado a millones de personas de la pobreza. Justin
Yifu Lin , en "Demystifying the Chinese Economy" (2011), argumenta
que el éxito de China radica en su enfoque pragmático y gradualista. Es como si
China hubiera decidido escribir su propio guion en lugar de seguir el libreto
establecido.
Singapur , bajo el liderazgo de Lee Kuan Yew , se transformó de una
pequeña ciudad-estado con recursos limitados a una potencia económica. Aunque
tiene instituciones eficientes, su sistema político es semiautoritario y limita
ciertas libertades civiles. La implementación de políticas económicas
orientadas al mercado, combinadas con una fuerte intervención estatal, permitió
un desarrollo rápido y sostenido. Linda Low destaca la importancia de la
gobernanza efectiva y la inversión en capital humano en su desarrollo. Parece
que Singapur entendió que, a veces, es necesario mezclar diferentes recetas
para obtener el platillo perfecto.
Vietnam ha experimentado un crecimiento significativo adoptando un
modelo de economía socialista de mercado . Adam Fforde resalta cómo la
flexibilidad y la experimentación han sido claves en su estrategia de
desarrollo. Vietnam nos muestra que, en el juego del desarrollo, no hay jugadas
prohibidas siempre que funcionen.
Los Emiratos Árabes Unidos han alcanzado altos niveles de riqueza sin
instituciones democráticas liberales, gracias a la diversificación económica y
políticas atractivas para la inversión extranjera. Jim Krane , en "Ciudad
de Oro: Dubai y el sueño del capitalismo" (2009), analiza cómo Dubái
se convirtió en un centro económico global. Es como si hubieran construido un
oasis en medio del desierto, desafiando todas las expectativas.
Estos casos desafiaron la idea de que las instituciones inclusivas al
estilo occidental son indispensables para el desarrollo, demostrando que
diferentes modelos institucionales y políticas pueden conducir al éxito
económico. Es una lección de humildad que nos recuerda que el mundo es más
complejo y diverso de lo que a veces queremos admitir.
Erik S. Reinert , en "Cómo los países ricos se hicieron ricos...
y por qué los países pobres siguen siendo pobres" (2007), argumenta
que el desarrollo económico es resultado de políticas productivas activas y la industrialización
estratégica . Su enfoque técnico se centra en políticas concretas como la
protección de industrias nacientes y la inversión en tecnología y educación.
Reinert sugiere que sin una base productiva sólida, las instituciones por sí
solas son como un castillo de naipes.
Ha-Joon Chang , en "Kicking Away the Ladder" (2002),
critica la hipocresía de los países desarrollados que promueven el mercado
libre mientras ellos mismos utilizan políticas proteccionistas para crecer. Es
como si subieran una escalera y luego la quitaran para que nadie más pueda
subir. Chang aboga por que los países en desarrollo tengan la libertad de
implementar políticas industriales y proteccionismo selectivo .
Dani Rodrik , en "One Economics, Many Recipes" (2007),
sostiene que no existe una receta única para el desarrollo económico. Promueve
el pragmatismo y la adaptación al contexto , sugiriendo que las políticas deben
ajustarse a las circunstancias específicas de cada país. Rodrik destaca la
importancia de combinar estrategias de mercado con intervención estatal cuando
sea necesario. Es como ser un chef que adapta sus recetas según los
ingredientes disponibles y los gustos locales.
Otros economistas como Robert Wade , Joseph Stiglitz , Alice Amsden , Samir
Amin , Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto han aportado perspectivas que
enfatizan el papel del Estado, las políticas industriales y las relaciones de
poder internacionales en el desarrollo económico. Todos ellos coinciden en que
el desarrollo es un proceso multifacético que no puede reducirse a una sola
variable.
El otorgamiento del Premio Nobel a AJR puede ser visto como una
validación de un enfoque ortodoxo que, si bien influyente, presenta
limitaciones significativas. Al centrar el desarrollo económico en las
instituciones establecidas durante la colonización, se corre el riesgo de
simplificar en exceso un fenómeno complejo y de ignorar otros factores
cruciales. Este reconocimiento puede influir en la formulación de políticas que
priorizan reformas institucionales sin considerar las necesidades económicas y
sociales específicas de cada país, perpetuando estrategias que no abordan las
causas profundas del subdesarrollo.
A pesar de las críticas, es importante reconocer que el trabajo de Daron
Acemoglu , Simon Johnson y James A. Robinson ha contribuido significativamente
al debate sobre el desarrollo económico. Su enfoque en las instituciones ha
generado discusiones valiosas y ha estimulado investigaciones adicionales. Su
capacidad para combinar análisis histórico con métodos econométricos ha
enriquecido la comprensión de cómo las instituciones pueden influir en el
desarrollo. Han abierto nuevas preguntas sobre el papel de las instituciones y
han resaltado la importancia de considerar factores políticos y económicos de
manera integrada. Es como si hubieran añadido un nuevo capítulo al libro del
desarrollo económico, aunque quizás no sea el capítulo final.
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